REFLEXIONES SOBRE EL ROL DE LAS AMAS DE CASA

 Comparto un resumen de partes que quiero resaltar sobre el siguiente artículo

¿QUÉ HACE A LA MUJER AMA DE CASA? ¿QUIÉN HACE AL TRABAJO DOMÉSTICA?

Autora Aimée Vega Montiel Doctora en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

     Este artículo ha sido desarrollado sobre una base fundamental: la necesidad de visualizar el trabajo doméstico y, principalmente, a las sujetas que lo realizan: las amas de casa. El recorrido propuesto ha mostrado de qué forma la esfera doméstica constituye el espacio de reproducción ideológica en tanto que en ella se define y se interioriza lo que es ser mujer, en términos de la división sexual del trabajo y de la construcción socio–histórica de género.

En primer lugar, porque designa a la mujer ama de casa como la principal responsable de realizar las tareas domésticas: puede o no estar casada y puede o no tener un trabajo remunerado. Esto significa no solamente que el ser ama de casa sea específicamente femenino, sino que constituye una ocupación de todas las mujeres porque la mayoría tienen asignada, por naturaleza, la responsabilidad del hogar.

En segundo lugar, porque señala los elementos que determinan la identidad de las mujeres. De ellos, la invisibilidad se constituye como la gran paradoja: mientras que el trabajo doméstico que realizan las amas de casa es invisible, porque es materializado en los otros, es al mismo tiempo en el que más se visibilizan las mujeres, en el que más se proyectan. Es pues, su mayor espejo.

Y en tercer lugar, porque al encontrarse excluido de las cifras que ilustran el desarrollo económico, con el trabajo doméstico se ha invisibilizado a las mujeres, y con ello mantenido el modelo de explotación, degradación y exclusión que las ha violentado históricamente.

El trabajo doméstico es definido como el conjunto de actividades que se realizan en la esfera doméstica y que están destinadas a la satisfacción de necesidades de primer orden de los miembros de la unidad familiar, lo que le asigna el carácter de obligatorio y gratuito. La función central del trabajo doméstico es atender al consumo individual, asegurando con su satisfacción el mantenimiento, la reproducción y la reposición de la fuerza de trabajo. Y, también, la dignificación de la calidad de vida de los sujetos.

Pero quién hace el trabajo doméstico? Este trabajo ha sido ligado a la naturaleza femenina como un atributo genérico. Como es un trabajo que históricamente ha realizado la mujer, la actividad doméstica constituye la fuente de trabajo femenino más importante, independientemente de que la mujer realice, además de éste, un trabajo extradoméstico. La hacedora del trabajo doméstico es la mujer ama de casa. En términos formales, la ama de casa es definida como trabajadora por cuenta propia del sector doméstico y como la encargada de asumir la gestión y la producción doméstica del hogar.

Las labores de la mujer ama de casa implican, por definición, el trabajo doméstico que está en la base de la maternidad y la conyugalidad. Ser ama de casa es inherente entonces al ser madre y esposa, real y/o simbólicamente. Sus labores están destinadas a los otros: a cuidarlos, a proveerles de satisfactores físicos y materiales. Y también de satisfactores emocionales y afectivos: de sus formas particulares de relacionarse con el mundo, de hacer, de sentir, de estar, sus creencias, saberes y lenguajes. Ser ama de casa es pues, ser de los otros. Al permitir la satisfacción de necesidades de primer orden de aquellas que, como afirma Marcela Lagarde, de no ser satisfechas llevarían a la muerte, la mujer ama de casa materializa su existencia en y a través de los otros.

Al tan sólo situarse en el concepto mismo de ama de casa, es evidenciable que no existe nada más alejado de la idea de poder. Al ser la mujer la principal ocupante de la esfera doméstica, concebida como la guardiana del hogar, el concepto de ama de casa ha dado la idea equívoca de dominio: se trata más bien de un trabajo realizado en condiciones serviles.

El trabajo de la mujer ama de casa ha sido socialmente construido como su responsabilidad personal, y su identidad pasa por las formas específicas del trabajo doméstico que realice. Este trabajo se manifiesta a través de nueve elementos centrales:


1) La no remuneración, porque quienes lo realizan, no reciben una contraprestación directa por ello, debido a que los bienes y servicios domésticos no están destinados al intercambio mercantil y las relaciones económicas de la familia no se encuentran signadas por el mercado.

 2) La jornada interminable, puestoque no existe una regulación ni una media del horario, este trabajo se caracteriza por largas jornadas. La cantidad de tiempo que se le destina depende de las necesidades de la unidad familiar. Además, el trabajo doméstico no presenta variaciones en fines de semana, días festivos ni vacaciones. Éstos no representan una disminución del trabajo doméstico que realiza la mujer ama de casa, por el contrario, lo incrementan.

 3) La multiplicidad de actividades. Como carece de una definición concreta de funciones, este trabajo puede implicar una variedad infinita de tareas que requieren una compleja diferenciación: administración de recursos y del consumo, cuidado y socialización de los niños, limpiar, cocinar, planchar, coser, atender a enfermos y ancianos, transportar a los miembros de la unidad familiar a recibir servicios educativos, recreativos y de salud, reparar y dar mantenimiento al espacio doméstico, cuidar del jardín y de los animales.

 4) La rigidez. En una palabra, las condiciones del trabajo doméstico pueden definirse por su rigidez. El límite entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio o descanso para las amas de casa es difícil de trazar porque está sujeto a las necesidades de los miembros de la familia.

 5) La escasa cualificación. Al trabajo doméstico se le ha definido como un trabajo que no requiere un aprendizaje especializado. Subyace la idea de que cualquiera lo puede hacer porque su adiestramiento se lleva a cabo en el hogar, no en una escuela ni en una fábrica. Por tanto, la persona responsable de hacerlo, parece ser sustituible por cualquier otra.

 6) El límite de la autonomía. La libertad de acción y pensamiento de la ama de casa se encuentra limitada por el propio espacio doméstico y por las condiciones que las funciones le representan, sujetas a las necesidades de los otros.

 7) La indefensión. Las amas de casa que se dedican exclusivamente al trabajo doméstico, no gozan de una garantía ante situaciones adversas, tales como la enfermedad, los riesgos físicos, la vejez o el conflicto familiar, ya que no media un contrato que cubra la satisfacción de los servicios que atiendan a necesidades de este tipo.

 8) La invisibilidad. Como el hogar no es visto como un lugar de producción, entonces el trabajo realizado en esta esfera, productor de bienes y servicios, no es reconocido como trabajo, ni en las cifras macroeconómicas ni en el imaginario social. Desde esta concepción, el trabajo doméstico no es una actividad ni es productivo. Y si bien se reconoce imprescindible para el mantenimiento del espacio público, el trabajo doméstico no amerita un reconocimiento social: el trabajo que se realiza en la casa no se ve, se da por supuesto, como una obligación. Es, por tanto, invisible.

 9) La soledad. Como es un asunto individual y aislado, el trabajo doméstico se realiza en solitario.

En México, el tiempo que tienen las amas de casa mexicanas para distraerse es mínimo. Mirar la televisión se convierte para ellas en la actividad recreativa más común, aunque aprovechan ese tiempo para efectuar a la vez otras tareas domésticas, como remendar la ropa, planchar y ayudar a sus hijos con las tareas escolares. Por lo tanto, es necesario y urgente ir democratizando las relaciones en el espacio doméstico, haciendo partícipes de la responsabilidad sobre el trabajo doméstico a todos los integrantes de la familia, lo que tendría un efecto positivo sobre las condiciones de las mujeres, que sumaría claves que garanticen su derecho a la vida y a la libertad.

Mi conclusión sobre el tema: Se necesita con importancia y urgencia (concediendo con la autora) cambiar los pensamientos estereotipados sobre las mujeres y los hombres con respecto a las labores del hogar. Por salud mental, emocional y derechos humanos, las mujeres necesitan y deben enseñarse a pedir y solicitar apoyo. Así como construir nuevas relaciones que repartan la responsabilidad de las actividades domésticas y el cuidado del hogar. No es posible esclavizar a la mujer, a la madre, a la hermana, a la cuñada, a la hija o hijastra, a la nuera o a la abuela, en ningún hogar para depositar únicamente en ella la responsabilidad en el que hacer doméstico. Para esto, invito a las mujeres y a los hombres que forman hogares y que educan a sus hijos, a qué lo hagan con el ejemplo en miras de una mejor y equitativa relación con respecto a la división del trabajo en casa.  

Liga del artículo original.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422007000200008

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