domingo, 30 de mayo de 2021

SUEÑO LÚCIDO

 Autor Jacqueline Campos


"...El sueño es un teatro donde el soñador es

a la vez escenario, actor, gerente, autor,

público y crítico"

Carl Jung

       

            Debo de estar viviendo lo que llaman un sueño lúcido, puedo flotar y moverme dentro de la habitación, pero sin hablar. Es de noche y llueve, lo noto por el sonido de gotas que se estrellan con violencia sobre el cristal del ventanal, el sonido de la sirena de una ambulancia se aproxima, parece que estoy en un cuarto de hospital con otros… Este sueño es extraño, no recuerdo haber estado en un hospital como este, puedo notar detalles como el aroma alcohol, yodo y cloro mezclados; y que esconden olores de excremento y sangre… ¡No tengo miedo! ¡No me duele nada! ni siquiera me perturba el frío del aire acondicionado con su fuerte vibración de motor.

             Escucho los ronquidos y susurros de los durmientes, si floto cerca de la puerta escucho a las enfermeras hablar de sus hijos. Alcanzo a mirarlas, son dos mujeres mayores vestidas con cofia en la cabeza de color blanco igual que la blusa, el pantalón,  suéter verde manzano y un logo en el brazo izquierdo ¡Estoy en un hospital popular! ¡Bahhh! ¡Vaya fraude! podría soñarme al menos en una clínica de lujo…¿Cuánto dura un sueño lúcido? Es tan vívido, parece real… Sé que se trata de una pesadilla cuando se siente dolor; recuerdo que alguien me habló de “soñar con lucidez” o quizás lo miré en películas ¿Quién programa la temática de un sueño? ¿Por qué si nos liberamos de la realidad limitante al dormir, no podemos regalarnos un viaje con recompensa?... ¡Sí, ya se! La culpable es nuestra mente castigadora que reprime el éxtasis, la libertad.

       Como parezco atrapada en este nosocomio, para no aburrirme  floto invisible sobre los durmientes…la primera cama la ocupa una mujer de semblante relajado que luce de 80 años, tiene el cabello canoso y abundante. Duerme con la boca entreabierta, nada es relevante excepto su delgadez cadavérica y su piel blanca tan delgada que deja ver venas azulosas; hay un suero intravenoso sujeto por un catéter que deja ver gotas minúsculas de sangre en su brazo derecho. La cubre una sábana blanca y una manta lila tejida sobre sus piernas, parece sollozar nombres que añora: Anita, Rosy, Manuel...

         Voy a la segunda cama. Una señora duerme inquieta, parece de mediana edad con rasgos indígenas y cabello enmarañado como un nido de paloma. La mujer está sujeta de  pies y manos a las barandillas, tiene vendajes desde la muñeca hasta el codo en ambos antebrazos y rasguños en las mejillas. Su boca desencajada deja correr un hilo de saliva que moja la almohada, tal vez se hirió ella misma o la hirieron, quizás son quemaduras. Entre ronquidos con voz amarga dice: te odio, te odio, te odio.
      


                 Llego a lado de la ventana, la lluvia ha aminorado su violencia torrencial. Veo mi cuerpo postrado, en mi cara blanquecina sobresalen ojeras grisáceas, mi piel parece pegarse a los huesos, soy más flaca. Miro mi cabello con centímetros de crecimiento obscuro delatan que no soy pelirroja natural, lo llevo corto y con flequillo, me faltan los aretes de las oreja y nariz; puedo ver  mis tatuajes florales en los brazos y la leyenda “Libertad” con letras manuscritas en mi pecho. Soy la bella durmiente punk del nosocomio; inmóvil y muda. Estoy conectada a una máquina que monitorea signos vitales con el típico sonido bip, bip, bip. Me suministran suero con un catéter en el brazo y tengo tubos plásticos dentro de la nariz y la boca. La sábana que me cubre, deja ver una bolsa plástica beige pegada a mi vientre… pero ¡No tengo miedo! ¡No siento dolor! ni siquiera siento el frío clima artificial que produce ruido de motor agónico.

         
           Una enfermera parecida a mi madre entra a la habitación y revisa a las pacientes hasta detenerse frente mi cuerpo, retira la sábana y verifica la bolsa pegada a mí; descubro que dice “bag colostomy” y que guarda heces fecales. La mujer limpia mi rostro sin prisa y masajea mis manos huesudas mientras dice con voz piadosa: “Pobre mujer, tan guapa y en coma… Lola Méndez si puedes escucharme ¡Despierta! Llevas 3 meses durmiendo, si no despiertas, te desconectarán mañana”…

           ¡Bahhh! ¡Eso no me asusta! Acabo de recordar que vivo con dos amigas y que somos bailarinas en un casino exclusivo de Tijuana. Nosotras nos drogarnos en fiestas de gente con dinero. Recuerdo que un hombre de mirada azul con acento extranjero, nos invitó “fenciclidina rusa” diluida en vodka.  El hombre, parecía el arcángel Gabriel “ángel de la revelación”, igual a la imagen de una estampilla que guardo en un cajón; era alto, rubio con el cabello largo y rizos hasta el hombro, de espalda ancha y brazos firmes, miraba con cierta  dulzura y olía a perfume de azahar. Dijo que nos cuidaría toda la noche; así que, seguro despertaré en sus brazos…además, esto no puede ser una pesadilla ¡No me duele nada! ¡No siento dolor! Ni siquiera percibo el frío del aire acondicionado con su ruido crónico de motor agonizante.


  • Imagen:http://www.gustavklimt.net/hostile-forces-the-giant-typhoeus/    
 


sábado, 22 de mayo de 2021

CITA EN EK BALAM

 

 CITA EN EKBALAM

Autor Jacqueline Campos

A mis tíos Al y Rubicelia 

 “…Concédeles buenos caminos,                                                                                                                                   hermosos caminos planos."

           

           Planeamos una cita a ciegas para ellos: yo invité a mi tía jarocha de cuarenta y más, y el Chicano invitó al Gringo de cincuenta y tantos. Nuestros invitados eran divorciados con fama de no tener suerte en el amor y por la confianza que nos tenía o quizás porque era el destino; se dejaron guiar por nosotros que jugamos a ser casamenteros.

          La mañana que los presentamos el termómetro avisó sudando que a las once de la mañana teníamos encima 29 grados centígrados y que prometían volverse 38 grados en pocas horas. Quien conoce Yucatán a finales de marzo sabe que la primavera es ardiente y la radiación de las tres de la tarde parece prolongarse 8 horas, pero nosotros estábamos hidratados y vestidos para visitar Ekbalam (estrella jaguar) la joya arqueológica en el corazón de Yucatán; el lugar de la cita para nuestros invitados…ahí latía la selva maya con intensos verdes.

     


                    Mi tía vestía un short de mezclilla y una blusa blanca sin mangas, que dejaban ver su piel morena en las piernas torneadas y los brazos firmes; usaba el cabello suelto hasta los hombros, ondulado y recién teñido de su color preferido castaño obscuro profundo. Lo más elegante fue su sonrisa que trasmitía una actitud positiva, sentido del humor y vitalidad; así como su mirada canela que no sabe más que decir la verdad y nada más que la verdad de lo que piensa y siente. Ella siempre transparente como el agua fresca que brota de un sayab (ojo de agua) en medio de un cenote.

         El Gringo vestido con bermuda de gabardina, camisa de manga tres cuartos con estampado tropical y tenis Nike; me recordó el estilo del investigador americano Thomas Magnum que miraba por televisión los domingos en los años ochenta. Su cabello lacio era más cano que castaño, tenía un bigote tupido que parecía ser la ceja de su sonrisa que se extendía de oreja a oreja; sonreía y miraba igual que mi tía, eso me llamó la atención al presentarlos. Él fue cortés, gentil y atento con nosotras.

          Se gustaron; al minuto dos platicaron cómo si se conocieran desde la infancia y sólo fuera un reencuentro el verse. Los miré desde el retrovisor, mientras manejaba sesenta kilómetros de carretera rodeados por dos murallas de selva donde resplandecían mil tonos de verdes y  árboles de más de 20 metros de altura. En esa ruta conduje con cuidado para no atropellar a un sorpresivo jaguarcillo, gato montés, tigrillo, tejón o venado que pudiera cruzarse en el asfalto. Los cuatro nos internamos en los montes mayas con la presencia de la abundancia primaveral, que miramos en incontables alas de mariposas amarillas y blancas que revoloteaban frente al auto sin miedo a acabar pegadas en el parabrisas; también las risas generosas de mi tía y el Gringo, eran como chispas de bengala dignas de una celebración. Los dos brillaron con incandescencia, sentados en los asientos posteriores. Fue mágico verlos comunicarse a pesar de que, ella hablaba lo básico en  inglés y él sólo conocía seis palabras en español, pero ambos se apoyaron en las gesticulaciones, mímica, tonos de voz, pausas y silencios para decirse lo que sobra en palabras y no ocupa de un idioma o traductor…porque ellos parecían ser del mismo país, mucho antes de llegar a las puertas de Ekbalam.

         El Chicano y yo, estábamos contentos por el éxito del plan. En esa época, no conocía la historia del Gringo que venía de California, pero sí conocía la soledad y la tristeza de mi tía que aún cargaba con el resentimiento de un exmarido que la dejó sin apoyo para sus dos hijos adolescentes que aún no comprendían nada sobre el matrimonio y le hacían sentir culpa. Me alegro verla feliz aquel sábado del 2006, donde no importo que el calor nos hiciera sudar sin tregua; porque nos recompenso con una vista única, después de subir ciento seis escalones de piedra caliza de la pirámide: antiguo palacio del rey Ukit Kan Le´t Tok (el padre de las cuatro frentes de pedernal).

          Sentados en la cúspide a 32 metros de altura, vimos el cielo azul jade cambiar de colores hasta pintar un atardecer digno de dioses, las nubes avanzaban con lentitud al oriente, admiramos la imagen panorámica de la profunda selva peninsular y sentimos la caricia del viento caliente intentar secarnos el sudor perlado sobre los rostros sin éxito e imaginé que respiramos el mismo olor que los mayas aspiraban 600 años dC cuando levantaron piedra a piedra la ciudad de Ekbalam reino de "Tlalol". Mire a mi tía y al Gringo que parecían reyes sentados en la cima de un nuevo mundo, miraban al sur y escuchaban la bendición de Ixchel (diosa del amor) susurrándoles su mensaje con ayuda del aire y el canto de una pareja de pájaros Toh que volaron frente a ellos; entonces se tomaron de las manos y fui testigo de su primer beso.

 

          Poco tiempo después el Chicano y yo dejamos de ser amigos, hoy pienso que quizás el motivo de conocernos fue sólo realizar esa cita en Ekbalam… Sé que a 15 años de distancia de aquel día, mi tía encontró en el gringo, al amor  de su vida (como ella le llamaba); y que él halló en ella, a la  Pocahontas de sus fantasías infantiles. Él regreso mil veces a Yucatán sólo por ella, la mujer con corazón de oro que lo amó hasta el final de sus días.


  •   Imagen de https://matadornetwork.com/es/escuela-de-arte-ek-balam-del-periodo-clasico-temprano/

Análisis crítico de materiales educativos: Libro de español para sexto grado, cuarta edición (2019)

                                                                                                                           Psc. Jacqueline C...